62 Modelo para armar, un interesante relato, trasgresor en la convención literaria. Por poner un ejemplo, un señor de Londres que comienza sus clases de francés, lo habla de repente con sorprendente soltura nada más cruzar el Canal de la Mancha; la geografía, el orden de las estaciones del subterráneo, la libertad, la psicología, las muñecas y el tiempo dejan de ser lo que eran bajo el reino de Cynara.
Pero desde el propio relato la trasgresión deja de ser, el prefijo se suma a otros adjetivos, aversión, regresión, progresión, que pertenecen a las intenciones esbozadas en los párrafos finales del capítulo 62 de Rayuela, por el que este libro toma su nombre.
El subtítulo, Modelo para armar, podría llevarnos a pensar que el relato deber ser reorganizado por el lector. Las diferentes partes del relato están separadas por espacios en blanco, pero esto no significa que sean piezas intercambiables. El armado es de otra naturaleza, es a nivel de escritura, que busca huir de toda fijeza causal, y lo es también a nivel del sentido, donde la apertura a una combinatoria es más insistente e imperiosa. Será la opción del lector, en su montaje personal de los elementos de este relato, lo que configure el libro a leer.
