Cary Grant

Escribir sobre Cary Grant, nos dice Miguel Juan Payán, es un ejercicio de constante interrogación. Y el asunto es que, si difícil se plantea comentar, estudiar o poner a la luz, la actividad u oficio de un actor o actriz cualesquiera, cuando el invocado es un artista en el que la idea de técnica o metodología interpretativa, no se manifiestan por ninguna parte, el comentario, el estudio, el análisis, se convierten en una  pesadilla.

Cary Grant no es un actor de academia, nada en sus interpretaciones nos hace ver su aleccionamiento previo, todo tiende a un conformismo fácil y evidente; empero, algo lo hizo sobresalir por encima de los demás, algo lo llevó a ser uno de los galanes con la vis cómica mejor valorada en la industria cinematográfica de los 40. Algo que sobrepasa los niveles o aspectos preconcebidos.

Encarna este actor la elegancia por antonomasia. Desde sus inicios humildes en Inglaterra, hasta su trayectoria en Hollywood, su presencia, su porte elegante, le acompañaron hasta su muerte. Muchas de las películas en las que intervino, han pasado a la historia del cine, como obras maestras.