En la categoría de los libros de viajes se pueden encontrar desde las guías turísticas, propiamente dichas, hasta las obras literarias en torno al viaje o viajes realizados por un autor. La literatura de viajes ha tenido siempre una valoración especial, por lo que tiene esa actividad, de salirse del curso habitual de nuestra vida cotidiana. Pueden servir para motivar nuestro interés, para documentar el posible acercamiento a un lugar o para el disfrute literario, de hecho el viaje es también parte elemental en toda literatura. La lectura es en sí un viaje particular, un camino por el que se pueden alcanzar parajes indispensables para nuestro disfrute y desarrollo personal. Si esto además, está relacionado con la realidad, con el desplazamiento físico, con la posibilidad de adentrarse en un paraje, en una ciudad, en un océano, el placer es doblemente hermoso.
Dentro de esta materia podemos encontrar descripciones de viajeros del siglo XIX como Richard Burton, Alí Bey El-Abbassi, Mary Kingsley por las tierras de Oriente y África; apasionados apuntes sobre Roma de Sthendal; composiciones ajustadas en la soledad del Walden, de Thoreau. Aportaciones a la documentación de la expedición o excursión, de detalladas guías montañeras, de senderismo, etc. Periodistas que informan de manera oportuna sobre lugares conflictivos y las formas y estrategias que debe uno mantener para poder desarrollar su actividad en el país elegido.
Supeditado todo a las posibilidades de la adquisición, según momentos, podemos recoger guías turísticas antiguas. Tenemos que decir estas guías tienen una gracia especial, no sólo los mapas y callejeros que las suelen acompañar, sino también las descripciones de la ciudad, de los comercios, de los restaurantes que si no nos pueden hablar con exactitud de la pervivencia de esos establecimientos, sí nos muestran imágenes o descripciones sobre edificios, plazas, monumentos estables, con una acendrada pasión.
Otro hito dentro de los libros de viajes que podemos encontrar es el de los descubrimientos geográficos, gran muestra de ello sobre todo, en las obras de autores del XIX, pero que puede ser de gran actualidad, por la evidencia de que un viaje es siempre un descubrimiento. En numerosas ocasiones dicho descubrimiento es del propio viajero, de su interior, pensaba en aventureros literatos de la talla de Bruce Chatwin, Saint-Exupéry o Evelyn Waugh que nos pueden llevar a descubrir algunas zonas remotas, apenas presentidas, dentro de nosotros mismos.
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