La obra novelística del valenciano Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), por más que cae casi de lleno en el siglo XX, supone, a la vez, continuación y liquidación del Realismo decimonónico. En su tan variada como extensa producción caben, superada una primera etapa romántica, desde el Naturalismo de las novelas valencianas hasta la novela fantástica. Se trata de cierto modo, de un rezagado: no hay que olvidar que es sensiblemente coetáneo de autores como Unamuno o Valle-Inclán.
Blasco Ibáñez fue, en sus primeros años tan ávido lector como mal estudiante. Sin mucho entusiasmo se licenciará en Derecho (1888) (obsérvese cómo esta carrera parece indisolublemente unida a los escritores españoles de la época), pero antes ya había comenzado su andadura literaria, iniciada curiosamente con una narración en catalán, publicada en Lo Rat Penat en 1883. Tras una breve estancia en Madrid, sirviendo como amanuense del célebre Fernández y González, regresa a Valencia, "republicano, rebelde y dispuesto a la acción y al proselitismo", según su excelente biógrafo E. Gascó Contell. Entre las primeras obras las colecciones de narraciones breves Fantasías, El adiós a Schubert; las novelas, La araña negra y Viva la República, periodo marcado por la influencia de Fernández y González.
En 1894 funda El Pueblo, periódico republicano que dirige y mantiene entre no pocos apuros económicos. Aquí aparecerán como folletines casi todas sus novelas valencianas, además de muchos cuentos de las series Cuentos valencianos y La condenada. La primera de sus novelas, Arroz y tartana aparece en este año de 1894.
Estas primeras novelas tienen una gran influencia de Zola, Flor de Mayo, 1895. La barraca, 1898, etc. Las novelas de tema español marcan el alejamiento del naturalismo, son novelas sicológicas: La maja desnuda, 1906. La voluntad de vivir, 1907. Sangre y arena, 1908.
En 1909 viaja a la Argentina para pronunciar algunas conferencias. Como otras veces en su vida, surge allí su espíritu activo y se embarca en u proyecto de colonizador que vive varios años y acaba, después de duros años, cuando los bancos le retiran su apoyo. Allí compone Los cuatro jinetes del Apocalipsis 1916, con la que obtuvo un gran éxito, fue llevada al cine en Hollywood. Vendrían después, Mare Nostrum, 1918 y Los enemigos de la mujer, 1919.
En sus últimos años, a pesar de encontrarse enfermo, continúa su actividad: promueve una campaña contra la monarquía española y escribe tanto cuento como novela hasta sus últimos días.
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